ADELANTAN ESTRENO DE PRIASSIC WORLD EN MÉXICO

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martes, 23 de agosto de 2011

Moreira: el problema de Peña

El presidente nacional del PRI, Humberto Moreira, no quiere dar explicaciones. Más aún: no quiere que le pregunten acerca de temas espinosos. Manda decir a los periodistas que ya no le cuestionen ni sobre el enriquecimiento súbito de uno de sus más cercanos colaboradores ni sobre la explosión de deuda que heredó a Coahuila. Porque lo de Moreira es poner ejemplos tipo escuelita, presumir datos sin suficiente contexto, soltar frases ingeniosas como cuando bautizó a los entonces precandidatos panistas como los siete enanos (muy buena, por cierto), arengar a las masas, bailar para la tribuna, polemizar con adversarios pero no explicar, eso no es lo suyo. El problema es que las preguntas que él no conteste serán trasladadas a otro priista, a uno que tiene mucho más que perder si crecen esas dudas: serán tema en la campaña de Enrique Peña Nieto.

Humberto Moreira tiene muchos méritos, pero en ocasiones se equivoca al elegir los mensajes adecuados para ciertos auditorios. Le ocurrió hace años, en Boston, a donde fue a dar una plática a estudiantes mexicanos de Harvard. El entonces alcalde de Saltillo, invitó esa noche a sus anfitriones a un restaurante. Dos cosas llamaron la atención de los mexicanos que estaban acostumbrados a recibir a personalidades: que el profesor llevara comitiva y que presumiera con desparpajo que tenía un software “buenísimo” para ubicar las secciones electorales donde su partido no había sido respaldado en las elecciones municipales; en ese programa computacional –explicó en la cena— se basó para definir a qué calles mandar más obra pública, con el expreso fin de seducir nuevos votantes. Quienes le escuchaban no sabían si lo contaba con cinismo o candidez.

Pero Moreira, con todo el respeto a esas poblaciones, ya no es presidente municipal de Saltillo ni gobernador de Coahuila. Por lo mismo, y luego de que guardara silencio durante semanas, no puede pensar que va a tener éxito cuando ahora pide que ya no le cuestionen sobre su colaborador Vicente Chaires. La siguiente frase pinta su extravío en este tema: “Se pusieron muy mal con lo de la Ley de Coordinación Fiscal (se refiere a los panistas), ataques de todo tipo. Yo espero que los legisladores ya saquen ahora el miércoles lo del tema de Chaires porque ¡ya!, ¡ya chole!, ¡a otro perro con ese hueso!”.

El recurso de decirse víctima de una campaña de los adversarios es muy pobre. Claro que tienen una campaña, armada con asuntos escandalosos por sí mismos. Además, pedir al Congreso coahuilense que revise el tema del enriquecimiento de su colaborador por 15 años es una mala broma: él domina ese órgano legislativo y nadie va a creer en esa, eventual, “investigación”. Con el caso Chaires y con el tema de la deuda de Coahuila, Moreira se ha convertido, en cosa de tres meses, el principal problema de Peña Nieto.

En política, el timing es crucial. La denuncia ya prendió, pero no es nueva, tiene meses. De hecho, el senador por Coahuila, Guillermo Anaya, en declaraciones recogidas por Reforma el 4 de enero ya advertía que “deja la entidad con un ‘triple’ endeudamiento de 8 mil millones de pesos, autorizados por el Congreso local; 6 mil millones adicionales de un crédito a pagar en un año, y una ‘deuda oculta’ con proveedores y constructores que tienen contratos con el Gobierno estatal”. La realidad superó la denuncia del opositor de Moreira.

El tema ha crecido y ahora incluso es un asunto de calificadoras de deuda, gente a la que se puede acusar de muchas cosas pero no de partidistas. Esto dijo oficialmente la calificadora Fitch la semana pasada sobre el gobierno de Moreira y su sucesor, que es la misma cosa: “Es importante destacar la continua falta de claridad con la que se manejó la Administración estatal en sus políticas y prácticas en los temas de endeudamiento y su registro contable”.

Ante cuestionamientos como esos, Moreira nos propone folclor, retórica, puntadas, gracejadas. A ver si usted entiende la siguiente frase: “¿En qué gastan los estados? Es que se endeudan y empiezan a difamar y a calumniar, como en el tema de pobreza. Esto no es Nueva York ni Chicago, esto tampoco es Houston. Esto es Coahui-York. Y eso no es en gasto corriente, como el de ellos”.

Es ocurrente, ¿pero dice algo? Y qué pensar de que responda con un reclamo, como cuando dijo: “Yo planteo problemas nacionales y se me avientan con temas personales”. Riqueza súbita de su colaborador y deuda por casi 32 mil millones no son asuntos personales, sino temas de política pública.

Datos duros matan retórica. El gobierno de Moreira, y el que puso al abandonar la silla de Coahuila, nunca informó de la dimensión real de la deuda hasta que no tuvo más remedio, forzados por la necesidad de obtener créditos para solventar lo que no se había hecho público. Y falta aclarar las denuncias de falsificación de documentos para obtener préstamos por 2 mil millones de pesos.

El presidente de un partido debe ser el principal aliado del candidato del mismo, no su talón de Aquiles más visible. Por más que sea rete-ocurrente.

Salvador Camarena
SinEmbargo.mx




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