Peña Nieto: ídolo peligroso

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Cuando gobernador del Estado de México, Enrique Peña demostró la faceta priísta que tanto se teme; usar las fuerzas gubernamentales para frenar todo lo que pueda dañar la imagen de normalidad (estabilidad) social. Cueste lo que cueste. La oposición, por tanto, no es solamente política sino contra toda voz cuyo discurso represente lo diferente.

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Casos como el del profesor Humberto Estrada, víctima de una homofobia de Estado, le valió, por haberse manifestado en una marcha del orgullo LGTB, ser despedido, golpeado, encarcelado y violado. De acuerdo con la declaración del maestro Estrada Negrete, la primera vez que lo torturó un grupo de policías mexiquenses en una ambulancia, recibió explicación a las agresiones: “El gobernador [en turno, Peña Nieto] no quiere maricones en el sistema educativo”.

Otro momento de represión y abuso dirigido por el actual candidato del PRI a la presidencia tuvo lugar en mayo de 2006. Ante intereses empresariales, los pobladores de San Salvador Atenco defendieron la tierra (tan herida y explotada) para impedir la construcción de una aeropuerto. Tanto las fuerzas federales (brutas fuerzas brutas) y locales (del Estado de México) organizaron una verdadera batalla contra los pobladores. ¿El resultado? 207 detenidos. 26 mujeres de ese grupo, muchas inocentes detenidas arbitrariamente, denunciaron abuso sexual por parte de los uniformados. No sorprende, aunque indigna, saber que estos elementos de seguridad pública siguen en la impunidad, con sanciones menores y todo debido a que emplearon el mismo argumento que los nazis en Núremberg: “solamente obedecíamos instrucciones.”

Entonces, un priísta que pretende tener un rostro fresco, diferente a sus antecesores, es el más grande de los farsantes. Los ha imitado a la perfección, superándoles en la mayoría de los casos. Sus métodos violentos para desaparecer “lo incómodo” deben cuestionarse profundamente. ¿Qué lograría hacer si no solamente tiene la fuerza pública de un Estado, sino de todo el ejército? Espeluznante, sin duda alguna.

Ahora bien, se añade un elemento evidente: inmensa ignorancia. En la FIL de Guadalajara quedó en absoluto ridículo pero ese golpe mediático no fue suficiente. Lo convierte en posible peligro para la libertad de expresión. Como bien afirmó Isaac Asimov: “La violencia es el último recurso del incompetente.” En el caso Peña Nieto, es el único recurso que conoce y que, por desgracia, empleará para instaurar el neo priato. ¿Qué pasará con la cultura, con los intelectuales? ¿Será un delito leer más que el presidente? ¿Se prohibirá la lectura? No quiero imaginar a un hombre con criterio mutilado (gigante en la violencia y enano en cultura) en el poder.

Actuar

Si Calderón ha sido el peor de nuestros presidentes tecnócratas, un hombre fraudulento y con espíritu bélico; Peña Nieto debe ser frenado antes que se vuelva federal su autoridad sobre nosotros. Es un líder carismático y sumamente plástico, de estrategia mediática. Es decir, representa la estética del mal. Debemos impedir su llegada a la presidencia, con todas las herramientas que la mediaba libertad política actual nos permita. Algunas mujeres, sector determinante en estas elecciones, hoy suspiran y gritan piropos al candidato telenovelesco, deben caer en cuenta que hay más que un lindo rostro, hay una ideología maquillada que odia lo diferente y ama la opresión. Las apariencias se desvanecen pero la transformación monstruosa que pueda realizar a nuestra Patria puede ser una cirugía estética tan terrible como mortal.

J. FERNANDO GARCÍA ARELLANO
 @Teotihuachango