ADELANTAN ESTRENO DE PRIASSIC WORLD EN MÉXICO

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jueves, 8 de mayo de 2014

La gasolina más cara del mundo.

Aparentemente los consumidores de Noruega pagan la gasolina más cara del mundo: 33.40 pesos por litro. Sin embargo, el ingreso diario de los noruegos es de 3 mil 600 pesos. Con $mil 336 llenan el tanque de 40 litros de un coche, es decir, con poco más de la mitad de un día de trabajo. Noruega es un país petrolero como México, y tiene el prestigio de ser el de mayor desarrollo humano del orbe. No hace mucho tiempo estaba en el subdesarrollo; su gobierno, en contraste con el nuestro, es de los menos corruptos.

Tomemos un caso de América Latina: Brasil. El litro de gasolina cuesta 18.70 pesos y el ingreso es de 450 pesos por día. Llenar el tanque cuesta 748. Un consumidor necesita menos de dos días de trabajo. Brasil ya desbancó a Inglaterra de su posición número cinco entre las economías del mundo. Con el presidente Lula de Silva logró un gran avance, justo los mismos años en que el panismo hundía nuestro país. Bajo la presidencia de Dilma Rousseff está dando otro paso importante combatiendo la corrupción gubernamental –pero de ‘a deveras’–; allá han rodado las cabezas de políticos de primera línea y han ido a parar a la cárcel.

El gobierno mexicano justifica los gasolinazos con el argumento de que, como Pemex importa la mitad del combustible de Estados Unidos, allá es más caro que aquí. Ese argumento ya se desgastó. La diferencia es muy pequeña. El litro al otro lado de la frontera vale 11.40, pero el ingreso de la gente es de mil 800 pesos diarios. Llena el tanque con 456 pesos. Sólo necesita emplear lo que gana en unas horas de un día de labores.

En México la Magna subió 11 centavos; desde el sábado su precio es de $11.14. Llenar el tanque cuesta 445.60 pesos, pero aquí, lo saben, el salario minimo es de $64.76, es decir, un tanque se compra con una semana de trabajo.

Es interesante observar cómo en dos países petroleros, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait, es doblemente barata: por el precio y en función del ingreso de la gente.

Fuente: La Jornada