ADELANTAN ESTRENO DE PRIASSIC WORLD EN MÉXICO

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jueves, 26 de julio de 2012

La caricatura del PRI


Nada tan caricaturizado y caricaturizable en la política mexicana como el PRI. Su encarnación estelar es el inamovible dinosaurio que al despertar de la pesadilla o de la borrachera que lo produjo, simplemente sigue ahí.

Igualmente venturosa ha sido la caracterización del PRI como una “dictadura perfecta”, y la de su era como la extensión rotunda de un dominio de siete décadas.

En suma: los setenta años de la dictadura perfecta del PRI, esa que México toleró con resignación histórica, cinismo cómplice y hasta con orgullo idiosincrático, y que no fue, dice la caricatura, sino una increíble, maquiavélica, invencible combinación de ilegalidad consentida, corrupción y clientelismo corporativo, presidentes abusivos y catastróficos, demagogia, prensa vendida, irresponsabilidad fiscal de crisis sexenales, capitalismo de amiguetes, fábrica de fortunas mal habidas…

En suma: un universo de exacción de rentas públicas y picaresca burocrática cuyos lemas históricos fueron unos cuantos aforismos: “Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”, “Tiburón que no salpica no es tiburón”, “Político pobre, pobre político” y “la moral es un árbol que da moras o no sirve para nada”.

Luego, los momentos terribles de violencia oficial, o atribuidos a ella, sangrientas pruebas de que el animal no solo sabía corromper, sino también matar: la matanza de Tlatelolco, la guerra sucia de los setenta, el asesinato de Manuel Buendía por sicarios de la Secretaría de Gobernación, los muertos cardenistas de los ochenta y noventa, los magnicidios del 93 y el 94 (el cardenal Posadas, Luis Donaldo Colosio, José Francisco), la matanza de Aguas Blancas en 1995, la de Acteal en 1997.

Hay PRI de sobra para justificar esta caricatura: el PRI del autoritarismo y de la corrupción, de la irresponsabilidad fiscal y del presidencialismo catastrófico; el PRI que volvió parte de la costumbre nacional la negociación de la ley y el clientelismo corruptor de convicciones y lealtades, el PRI de los sótanos violentos, el PRI cuyo regreso teme con razón un alto porcentaje del electorado que cree en la caricatura y conoce o recuerda la historia de ese PRI impresentable que la caricatura recoge y exagera, pero no inventa.

La sombra de ese PRI persiguió la candidatura de Enrique Peña Nieto y en buena medida explica por qué, al final de la carrera, más de 60 por ciento de los electores votó contra el PRI.

Pero la sombra no es el cuerpo ni la caricatura toda la realidad.

Héctor Aguilar Camín
Milenio

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